COMPETENCIAS EMOCIONALES

 

El valor de las competencias emocionales







Las emociones juegan un papel fundamental en los procesos de adaptación ante los cambios –deseados o imprevistos–. También en el desempeño diario de nuestras actividades, en los procesos de aprendizaje, interacciones interpersonales y por supuesto en nuestro bienestar y salud.

La situación de confinamiento y crisis sanitaria ha supuesto un desafío para la mayoría de las personas respecto a la gestión de sus emociones. Hemos puesto en marcha estrategias de toda índole, físicas y psicológicas, para propiciar una mejor adaptación y afrontar la incertidumbre, la reducción de fuentes de gratificación habituales interpersonales, para propiciar emociones agradables, a pesar de las dificultades, e idear maneras de reducir o manejar el estrés.

Todo esto ha puesto a prueba nuestra resistencia emocional. Pero también ha permitido tomar conciencia de nuestra capacidad para movilizar recursos orientados a manejar emociones complejas, organizar nuestras prioridades y necesidades e intentar dar solución a los obstáculos en estas circunstancias.

Hemos aprendido muchas cosas, hemos tenido la oportunidad de observar y conocer nuestras fortalezas y habilidades, y con mucha probabilidad, los momentos de introspección han puesto de manifiesto aspectos de nuestra gestión emocional y afrontamiento que podrían mejorarse.

La vida constantemente nos pone ante un dilema: bloquearnos y profundizar en el sufrimiento, o adoptar un enfoque resiliente y de aprendizaje, adaptándonos a la situación de un modo productivo para nuestro bienestar emocional.

Si decidimos la segunda opción necesitaremos de nuestras competencias emocionales.

¿Qué son las competencias emocionales?

Las competencias emocionales pueden definirse como el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales (p.22, Bisquerra, 2003).

  1. Las competencias emocionales han ido adquiriendo cada vez mayor relevancia como factores de protección para la salud y el bienestar personal y social.
  2. Son considerados predictores de éxito tanto en la vida académica como en todos los niveles de la vida adulta (Ibarrola, 2014).
  3. En las últimas dos décadas son cada vez más valoradas y requeridas en entornos laborales y profesionales, debido a las constantes transformaciones tecnológicas, que conllevan un esfuerzo de adaptación, aprendizaje y gestión de información.
  4. También a nivel interpersonal, las competencias emocionales son decisivas. La sociedad es cada vez más compleja y cambiante: multiculturalidad, movilidad geográfica, globalización, multinacionalidad de las relaciones personales… 

Importancia de las competencias emocionales en nuestra vida

Las emociones y estados afectivos tienen gran influencia en muchos procesos cognitivos como el razonamiento, la atención, la memoria y la percepción, fundamentales en el procesamiento de información.

Las emociones pueden facilitar, distorsionar o inhibir procesos centrales en la adquisición, asimilación, almacenamiento y recuperación de información (De Aparicio, 2009).

Imagina que al llegar a casa después de un día difícil, donde estás contrariada, enfadada, ves que no se han seguido las instrucciones que diste antes de irte al trabajo. Otro día te importaría menos, pero hoy: todo lo ves peor de lo que está (atención), interpretas mal lo que te dicen (procesamiento de la información), y recuerdas –aunque no quieras hacerlo– las veces que te ha pasado algo parecido (tu memoria es coherente a tu estado de ánimo).

Pero… ¿que sucedería si vinieses contenta, después de un buen día, y te encontrases ante la misma situación?

Las emociones son reacciones psicofisiológicas –respuestas cognitivas, fisiológicas y conductuales– en respuesta a situaciones, acontecimientos y demandas externas o internas, que predisponen a la acción, a través de una rápida organización para hacer frente a la experiencia.

Por ejemplo, cuando sentimos celos –de pareja, de compañeros de trabajo o de amigos–, nuestro cuerpo se tensa, se nos acelera el pulso, activamos nuestra atención y el análisis de los acontecimientos relacionados con la situación. Nos ponemos en acción, buscamos información, valoramos, interpretamos… No todas las personas reaccionamos del mismo modo ante la misma situación. Luego hay diferentes formas de afrontar una misma situación y también distintas consecuencias emocionales.

Conocer cómo reaccionamos, qué es lo que sentimos, cómo podemos regular las distintas respuestas emocionales más automáticas para mejorar nuestro pensamiento y disposición ante determinadas tareas o situaciones relevantes para nuestro bienestar, son algunos de las competencias emocionales que sustentan la inteligencia emocional.

Así el resultado de hacer las cosas de forma emocionalmente inteligente, sería, aceptando los celos como una emoción que podemos tener, observando y entendiendo porqué está, y actuando para minimizar los celos, siendo realista y no perjudicando una buena relación por suposiciones infundadas.

Las competencias emocionales: la base de la inteligencia emocional



El concepto de inteligencia emocional se popularizó con la publicación del “éxito de ventas” de Daniel Goleman (1995). Sin embargo, fueron Salovey y Mayer en 1990, quienes acuñaron el término inteligencia emocional y propusieron un modelo basado en distintas habilidades emocionales –que es uno de los más consolidados en la actualidad–.

La inteligencia emocional para estos autores consiste en la habilidad para manejar nuestras propias emociones y las de los demás, discriminar entre ellas y usar la información que nos aportan para guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones (Molero, Saiz y Esteban, 1998).

Es decir, la inteligencia emocional sería la capacidad de procesar la información emocional con exactitud y eficacia: la habilidad de percibir, asimilar, comprender, expresar y regular las emociones, propias y de los demás (p.e. Mayer y Salovey, 1997; Mayer, Caruso y Salovey 1999; 2001).

Así, Goleman (1998) la describe como la capacidad para reconocer los propios sentimientos y los de los demás, para motivarse y gestionar la propia emocionalidad y las emociones en las relaciones interpersonales.

Los principios o competencias emocionales básicas en una adecuada inteligencia emocional son: el autoconocimiento, autocontrol, automotivación, empatía, habilidades sociales, asertividad, proactividad y creatividad en la forma de afrontar y resolver problemas (García-Fernández y Giménez-Mas, 2010).

Las 5 Competencias Emocionales esenciales

1. Consciencia emocional

Capacidad para percibir, identificar y comprender las emociones en uno mismo o una misma y en los demás, a través de la expresión verbal y no verbal.

2. Regulación emocional

Capacidad para manejar adecuadamente las emociones.

  • Conocer las interacciones entre emoción, pensamiento y conducta.
  • Expresión de las propias emociones.
  • Reconocer y tener la capacidad de regular algunos sentimientos y emociones con fuerte impacto en las conductas que propulsan.
  • Contar con habilidades para hacer frente a las emociones displacenteras o incómodas que favorezcan la reducción en intensidad, duración y frecuencia de las emociones displacenteras.
  • También, de manera complementaria y muy necesaria, es la capacidad para autogenerar y experimentar emociones agradables de manera consciente y voluntaria.

3. Autonomía emocional

Esta competencia recoge diversas características y actitudes relacionadas con la autogestión personal, es decir, características personales que permiten que los estímulos externos no afecten de manera drástica a la persona, permitiendo ser sensibles pero con cierta capacidad de autoprotección.

  • Poseer una autoestima positiva.
  • Capacidad para automotivarse e implicarse en actividades diversas de la vida.
  • Capacidad para asumir con responsabilidad las decisiones, implicarse en comportamientos saludables, seguros y éticos.
  • Percepción de autoeficacia emocional.
  • Capacidad para afrontar de manera resiliente situaciones adversas.

Te propongo el artículo sobre… Las 8 cualidades de las personas resilientes

4. Inteligencia interpersonal



Capacidad para construir y mantener buenas relaciones con otras personas.

5. Habilidades de la vida y el bienestar

Capacidad para afrontar los desafíos cotidianos y situaciones excepcionales de manera adaptativa y responsable, que permiten organizar la vida de manera saludable y equilibrada, lo que contribuye a experimentar satisfacción y bienestar.


La organización en estas competencias emocionales, nos permitirá esbozar un marco o mapa conceptual para el propio autoconocimiento, que permita reconocer cuales son nuestros puntos fuertes, que habilidades se nos dan mejor y cuales son nuestro talón de Aquiles.

Identificar nuestras competencias emocionales será, sin duda, fundamental para comenzar un camino de crecimiento y fortalecimiento en el ámbito personal, profesional y social.

Conclusión



En ocasiones, tenemos ideas erróneas sobre las emociones, otras veces no les prestamos la debida atención y valor. Nuestras estrategias pueden ser inadecuadas y resultar ineficaces o contraproducentes para regular la intensidad o la duración de lo que sentimos.

Especialmente ante la vivencia de emociones intensas como la tristeza, la ansiedad, la ira o el miedo, que pueden percibirse como descontroladas, e interferir en nuestro normal funcionamiento social y psicológico.

Identificar, conocer y mejorar nuestras competencias emocionales nos va a ayudar a manejar mejor nuestro mundo emocional, a relacionarnos mejor con los demás, va a facilitar la consecución de nuestras metas y objetivos y en definitiva, va a hacer progresar nuestro bienestar y nuestro crecimiento personal. 


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